2014-06-07

El Héroe de Nacozari - Jesús García Corona



Recién cumplidos sus 17 años, Jesús solicitó empleo directamente en la oficina del ferrocarril de la Compañía Minera. Debido a su corta edad, el encargado W.L. York le brindó trabajo como aguador; pero fue promovido rápidamente, y ascendió en poco tiempo al sector de mantenimiento de vías. Trabajó como controlador de frenos y posteriormente como bombero. A la corta edad de 20 años llegó a ser ingeniero de máquinas.

Jesús García debía llevar un cargamento de cuatro toneladas de dinamita (utilizadas en la ampliación de la mina), al almacén de explosivos para colocarse en dos furgones. Era el más poderoso tipo de dinamita, traído por tren desde Oakland a Pilares y Nacozari.

Llegó en la locomotora en pocos minutos a El Seis (a seis millas de Pilares), donde había almacenes


y casas de trabajadores que mantenían las vías. Para hacer posible la quema segura de combustible, la locomotora contaba con un contenedor, en donde las chispas eran sofocadas con mallas. Pero en esos días no estaba funcionando, Jesús reportó que algunas brasas vivas estaban escapando del mismo.

Después de una primera vuelta a la mina, la locomotora alcanzó de nuevo El Seis. Con suerte, Jesús debía completar dos corridas más. Un mensajero lo aborda para darle una noticia inesperada: "necesitaban suplementos en la mina y debía dirigirse en el tren al más bajo nivel y hablar con el señor Elizondo".
Jesús aprovechó para hacer una rápida visita a su madre, cuya casa se ubicaba cerca de la estación.

En espera de su locomotora, Jesús descubrió que los trabajadores habían dejado disminuir el fuego, lo cual había ocasionado una pérdida de presión del vapor. Los ingenieros en otro error aún más serio: no colocaron los carros con explosivos al final del cuerpo del tren. En este viaje, los trabajadores colocaron la dinamita en los dos primeros carros, enseguida de la caldera. La disposición de la carga debía ser autorizada por el conductor, pero ese día no había tal autorización.

Al aumentar la presión del vapor, luego, tan lento como fue posible, Jesús dio reversa al vehículo y lo colocó fuera de la mina; el viento del norte empezaba a jugar con los remolinos del humo y del vapor. Librada del freno, la locomotora trabajaba en contra del viento; las chispas vivas, emanadas del contenedor, que no había sido arreglado, volaron sobre el motor y la cabina, llegando incluso hasta los dos primeros furgones, cargados con cajas de dinamita.

Al principio el fuego fue notificado por la cuadrilla de trabajadores y más adelante por simples transeúntes. Un jovencito, alarmado, intentó decir a Jesús lo que pasaba, pero su delgada voz no le permitió vencer el ruido de la máquina. Fue un obrero anónimo quien fuertemente le gritó: “Oye, hay humo en el polvorín”, frase que hoy se canta en uno de los varios corridos dedicados a Jesús García.

En un fragmento del corrido Máquina 501, el fogonero le dice:
"Jesús vámonos apeando, mira que el carro de atrás,
ya se nos viene quemando, Jesús García le contesta,
yo pienso muy diferente, yo no quiero ser la causa,de que muera tanta gente, Le dio vuelta a su vapor,
como era de cuesta arriba, antes de llegar al 6,
ahí termino su vida"
Intentaron inútilmente detener con sus ropas el fuego, pero a esa altura del trayecto no había agua. Avivado por el viento que el andar del tren producía, el fuego se expandió.

El aire fluyó a través de las cajas e intensificó las llamas. Cuando la esperanza se desvaneció por la intensidad del fuego, Jesús le pidió a la cuadrilla que lo acompañaba que se arrojaran del tren e imprimió toda la fuerza a la locomotora. Obedeciendo las órdenes de Jesús, José Romero saltó del tren y rodó hacia la maleza. Milagrosamente había alrededor una loma en donde se refugió.

Jesús y su locomotora subieron a través del escarpado. Necesitaban avanzar otros cincuenta metros para llegara un terreno plano en donde Jesús pudiera así luchar por su vida pero no lo logró.

De esta manera alejándose del pueblo, Jesús García salvó Nacozari y sus habitantes de sucumbir ante una explosión tan enorme, que la locomotora desapareció completamente. Jesús murió al instante, lanzado por el frente de su cabina. Gran parte del motor fue también lanzado y el cuerpo de Jesús fue alcanzado por las ruedas traseras.

A las 14:20 horas, un estruendo como temblor sacudió Nacozari y la onda de expansión quebró vidrios y sacudió las habitaciones; ésta fue oída a 16 kilómetros de Nacozari.

La carnicería en el kilómetro seis era impresionante. Cuatro obreros fueron muertos y un niño de 15 años fue atravesado por un metal lanzado desde cien metros en donde ocurrió la explosión. Del almacén no quedó nada, 18 de los residentes y demás trabajadores fueron heridos y trasladados en vagones al hospital en Nacozari. En silencio, los sobrevivientes removían los escombros del tren: carros despedazados y cabinas destruidas. El motor estaba encajado en un cráter, lejos de las vías. Jesús fue identificado por sus botas, lo cual fue trabajo de sus hermanos, quienes recogieron los restos y lo llevaron a casa.

En total fueron 13 las personas que murieron, pero sin duda fueron cientos los que salvaron la vida debido al heroísmo mostrado por Jesús quién alejó el tren lo más posible del pueblo. Al morir Jesús contaba con 25 años.

[NOTA]
Es muy conveniente agregar que la locomotora que Jesús García Corona tripulaba era la número "2", del tipo Portter 0-6-0 de vía angosta, por lo que el número de 501 únicamente fue usado para que rimara con el corrido que se le compusiera posteriormente.

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